El cuadrado... el cubo...

La Arquitectura de las Formas y las Percepciones: mi viaje como pintor y escultor

Mi camino hacia el mundo del arte está profundamente arraigado en mi trayectoria como arquitecto. Cada línea dibujada, cada volumen esculpido, cada matiz de color está influenciado por esta formación arquitectónica que ha moldeado mi manera de percibir, interpretar y representar el mundo.

El formato cuadrado, con sus ángulos rectos y lados iguales, se ha convertido para mí en una obsesión y una pasión. Por qué ? Porque proporciona un equilibrio perfecto, un lienzo en blanco para mis exploraciones artísticas. Cada lienzo cuadrado que creo es una ventana a la postura humana. Me invita a profundizar en las sutilezas de cada pose, de cada gesto, y a revelar su riqueza. Para mí, la plaza representa un espacio de libertad y desafío al mismo tiempo: un marco estructurado que, sin embargo, requiere una gran creatividad para explotar plenamente su potencial.

Cuando me aventuro en el ámbito de la escultura, el formato cuadrado se expande y cobra vida en forma de cubo. Este volumen geométrico simple, pero tan rico en posibilidades, me ofrece una nueva dimensión para jugar con la forma humana. A través de él, puedo explorar cómo la luz baila sobre una superficie, cómo las sombras se profundizan y se moldean, cómo se puede manipular y reinventar la perspectiva.

La transición entre estos dos mundos, del lienzo plano al volumen sólido, está fuertemente influenciada por mi experiencia arquitectónica . En arquitectura lo importante es el espacio, las proporciones y la armonía. Cada espacio, cada material, cada detalle tiene su razón de ser, su mensaje a transmitir. Lo mismo ocurre con mis obras. Cada trazo, cada textura, cada tono de color está cuidadosamente pensado y ejecutado. Lo oblicuo o la curva pueden convertirse entonces en elementos perturbadores de este equilibrio para dar a mi obra una dimensión más compuesta y desestructurante.

Mi formación en arquitectura también me enseñó la importancia de elegir los medios. Así como la elección de los materiales puede hacer o deshacer una estructura arquitectónica, el medio en el arte puede influir profundamente en la percepción de la obra. Lienzo, madera, metal, vidrio, cada material aporta su veta única, su resonancia particular, su propia forma de interactuar con la luz y el espacio.

El mundo del arte es vasto y diverso, y cada artista encuentra su nicho, su espacio privilegiado de expresión. Por mi parte, encontré la mía en la intersección de arquitectura, pintura y escultura . Es un patio de recreo sin fin, un diálogo perpetuo entre lo racional y lo emocional, lo concreto y lo abstracto.

Cada nuevo trabajo es una aventura, una exploración de lo que realmente significa "representar". Es una búsqueda interminable para encontrar el equilibrio adecuado entre forma y sustancia, técnica y emoción, estructura y fluidez. Y es precisamente en esta búsqueda, en este constante movimiento entre opuestos, donde encuentro mi verdadera pasión y mi inspiración . Cada lienzo, cada escultura, es una invitación a sumarse a este viaje, a descubrir y redescubrir las transversalidades que esta práctica puede ofrecer.

La esencia de la plaza: posturas y percepciones de un artista figurativo contemporáneo

En el mundo artístico, donde formas y formatos se cruzan, se superponen y se contradicen, me sentí atraído por la profunda sencillez del cuadrado. Como artista figurativo contemporáneo, profundizo en este formato para explorar y comprender la complejidad de la postura humana.

A primera vista, la plaza parece estática, limitada, casi rígida. Cada lado refleja al otro en perfecta simetría. Pero es esta uniformidad la que ofrece un desafío: ¿cómo puede un espacio tan definido capturar la fluidez, la dinámica y la evolución constante de la forma humana?

En este marco equilibrado, cada silueta que dibujo, cada postura que capturo, es una danza entre la libertad y la limitación. El cuadrado me obliga a considerar cada centímetro de espacio, a ser consciente de cada elección, a jugar con la tensión entre la forma humana y sus límites. La postura, entonces, no es sólo una representación del cuerpo, sino un comentario sobre cómo ocupamos e interactuamos con nuestro espacio.

La plaza es un telón de fondo que resalta la más mínima inclinación de cabeza, el más sutil de los gestos. Exagera los espacios vacíos y enfatiza los llenos. En esta danza, el cuadrado no es un mero espectador, sino un compañero activo, que desafía la postura a cada paso, impulsándola a expresarse de una manera nueva, diferente y atrevida.

Mi recorrido por la plaza también me llevó a pensar en cómo percibimos nuestro propio espacio en el mundo. Así como la postura humana debe navegar a través del marco de la plaza, nosotros navegamos constantemente a través de los marcos impuestos por la sociedad, la cultura e incluso por nosotros mismos.

Cada obra, entonces, se convierte en una introspección. Las figuras que creo, ya sea que se alcen con orgullo, se estiren para tocar los bordes o se encojan tímidamente en el centro, hablan de nuestra propia búsqueda de identidad y comprensión. Cuentan historias de confrontación, adaptación y, en definitiva, armonía.

En definitiva, para mí la plaza no es una limitación, sino una invitación. Una invitación a explorar , desafiar, repensar y redefinir. En sus ángulos rectos y en sus bordes uniformes, encuentro un mundo infinito de posibilidades, un espacio donde la postura humana y la percepción artística se encuentran, confrontan y finalmente coexisten en una composición asombrosa.